nadie ama suficientemente
ni aún aquellos
que predican la biblia
desde los hombros de noviembre
nadie acude a las ventiscas
ni a los circos tropicales
cuando quiebra la memoria y
urge el fin de tanto oprobio
nadie observa la distancia
entre el mar de fondo y la hipoteca
que apuntala el códice
vespertino de la injusticia social
nadie acude a la llamada
del pájaro carpintero
cuando las rosas se oxidan
entre los pimientos rojos
y el tábano fusila sin
piedad nuestro pobre convencimiento
ay de las fresas que en
mayo riega la prosa sobrante
ay de los solteros que
niegan la mansedumbre del tálamo
ay de los pámpanos verdes
que en peregrinación acuden
a las azoteas donde arde el
misterio de la sangre caliente
nadie merece tamaño
reproche ni siquiera ahora
que las nubes repasan la
impostura de los alguaciles
y que los viejos reposan en
la incombustible estela de los medicamentos
no habrá nadie que examine
la sagrada escritura de los múltiples partos
nadie oirá la voz rasgada
que procede de los presidios
ni la tierra empapada que
cruje bajo la embestida de los oligarcas
ay del fruto prohibido que
en las vides siembra
el porvenir de los puños
en alto
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