jueves, 28 de febrero de 2013

biblioteca

 
el silencio se encalla en mitad de noviembre
y no percibe el ruido de los ángeles rubios
ni la esbelta sonata de los girasoles

las gallinas picotean alrededor del sombrero
y el áspero celo de los ascensoristas
reproduce la escarcha de todos los mirones

aquí se descuelgan de palabras las orejas del mundo
y las golondrinas se prodigan en las estanterías
como tiernos retoños con afán de best-sellers
aquí los cuerpos de seguridad contaminan las aguas que cruzan
como ríos de niebla las altas estancias de los tribunales
secuestrando el oculto brillo de las enciclopedias
aquí el desprestigio de los poetas alcanza sus más altas cotas
entre las capas profundas de la burguesía
que ya no encuentra ningún misterio en descifrar metáforas

aquí las ecuaciones se enredan en el triángulo de las emociones
y los barcos hacen sonar sus sirenas en medio del desconsuelo
la muerte juega al ajedrez con aquellos que disponen de más tiempo
y flota en la espesura prenatal del otoño
como el cadáver de un ruiseñor entre las páginas de un libro

que nadie espere un gesto de incrédula derrota
ni la sabiduría epicúrea de una pajarita de papel
las láminas tiemblan de tinta en el rincón de las apariencias
y nadie sabe aún con qué motivo
las guitarras se desnudan en los conventos

miércoles, 20 de febrero de 2013

plutocracia


nadie ama suficientemente ni aún aquellos
que predican la biblia desde los hombros de noviembre
nadie acude a las ventiscas ni a los circos tropicales
cuando quiebra la memoria y urge el fin de tanto oprobio
nadie observa la distancia entre el mar de fondo y la hipoteca
que apuntala el códice vespertino de la injusticia social
nadie acude a la llamada del pájaro carpintero
cuando las rosas se oxidan entre los pimientos rojos
y el tábano fusila sin piedad nuestro pobre convencimiento

ay de las fresas que en mayo riega la prosa sobrante
ay de los solteros que niegan la mansedumbre del tálamo
ay de los pámpanos verdes que en peregrinación acuden
a las azoteas donde arde el misterio de la sangre caliente

nadie merece tamaño reproche ni siquiera ahora
que las nubes repasan la impostura de los alguaciles
y que los viejos reposan en la incombustible estela de los medicamentos

no habrá nadie que examine la sagrada escritura de los múltiples partos
nadie oirá la voz rasgada que procede de los presidios
ni la tierra empapada que cruje bajo la embestida de los oligarcas

ay del fruto prohibido que en las vides siembra
el porvenir de los puños en alto

jueves, 14 de febrero de 2013

infiltrados


antes los poetas maldecían a los burgueses,
ahora los burgueses maldicen a los poetas”

J. C. MESTRE

los poetas se encuentran cada día con dios en los bares
y emancipan su mirada en el temblor de las madrugadas
cuando los gatos huyen de las últimas luces artificiales
y las putas orinan de pie en la humedad de los callejones

los poetas se sujetan a la rueda imposible con ojales de nylon
y atentos asisten a la feria anual de las celebridades

aquí están los poetas que sucumben sin prisa
en el filo acerado de la circunferencia
los poetas que pernoctan a la puerta de la oficina del paro
y transcriben en renglones amarillos todo el óxido del otoño
los poetas que sueñan con estatuas de bronce
y acumulan destellos de acendrada nostalgia
los poetas que no pueden nada contra la edad de los planetas
y acaso perciben la nívea realidad que anida en los balcones
los poetas promiscuos que copulan con las musas de la aurora boreal
y asaltan supermercados a la luz de una linterna

los poetas menguantes que se camuflan
en la electrizante tiniebla de los cinematógrafos
a la hora del cierre de las catedrales góticas
cuando ya de las calles se recogen las costumbres

los poetas del exilio que cardan su pena
en las torres del aire junto al cuarto de estrellas
y en la noche más larga cuando el sueño no llega
perpetran palabras y destruyen cadenas
en la conciencia dormida de un pueblo fantasma

los poetas tímidos que huyen del tornasol de los domingos
y precavidos diseñan sus propios y arduos epitafios
los poetas póstumos que arraciman el perdón de las calaveras
y hierven sus cenizas con unos gramos de dignidad
los poetas que pasean en pijama por la playa desierta
y olvidan su sombrero en la ingratitud de los urinarios públicos
los poetas que no se dejan atrapar en los autobuses
de la intolerancia y escupen contra el viento

aquí siguen los poetas del alba que obedecen los horarios
y traducen su sueño entre el humo que exhalan las fábricas
los poetas sin dientes que roban la ropa de los hospitales
y arremeten sin piedad contra la altura de los rascacielos
los poetas suicidas que disparan al aire y se crucifican
metafóricamente en los calendarios
los poetas que amanecen en los tejados de caucho
y se alimentan de leche y de ardientes soflamas
los poetas que acuden discretos a la oficina
y telegrafían a tiempo el llamamiento a la rebelión
los poetas que arden en la sombra del bosque
y levantan barricadas en las huelgas generales

lunes, 11 de febrero de 2013

intromisiones


el tiempo destila las imperfecciones de los espíritus mediocres
y remueve la levadura de los ventrílocuos
que hallan en las sagradas escrituras la fotocopia de su conciencia

nada arde en el bosque donde el viento apaga el clamor de los herejes
donde el sueño de la razón languidece
entre párrafos de estricta arquitectura
y triángulos de idílica apariencia

es la hora de las momias que resucitan para impugnar el presente
como una parábola sobre la luna fría de los pobres
donde nadie recuerda un invierno de tamaña asimetría

como si los clavos de cristo llovieran de punta desde el cielo
las penitencias caminan desnudas por la avenida de los caracoles
y el hígado incorrupto del gran embaucador reposa
en los anaqueles de fieltro de las imprecaciones
junto al libro prohibido de los grandes negocios

dios bendice la pobreza y apuesta siempre por los ricos
ya veremos si más tarde tienen hueco en el paraíso es cuestión
de llegar a un acuerdo sobre el tanto por ciento

dios se duerme en los conflictos bélicos y en las casas de los desheredados
donde no halla vínculos de sometimiento ni trazas de certidumbre
la procesión va por dentro y los vicarios del sufrimiento
purgan su culpa en los burdeles y en los monasterios
cultivan sus mentiras y ocultan sus vergüenzas
y rezan para que nunca se detenga
la insana codicia de los tesoros ocultos en las catedrales

no conciben la angustia de las madres que abortan sin pecado concebido
ni la indolencia de los niños que crecen como hongos entre los catecismos

martes, 5 de febrero de 2013

nunca pasa nada


aquí donde nacen el granito y la tormenta
y se amanceban con la estirpe de los iluminados cereales
aquí donde los olivos atraviesan un mar
impredecible de horizontales espejos
aquí en la senda olvidada donde los papagayos
juegan a la comba sobre los sepulcros visigodos
aquí nunca pasa nada

ni siquiera se escucha la consumación de las horas
ni el alegre sermón de las comadres que bajan a la nieve de los ríos
ni el excitante frufrú de las muchachas que con sus nalgas
dibujan una esfera luminosa en la monotonía perpendicular de las tardes solteras

nunca pasa nada por no pasar no pasa
ni el carromato de los gitanos que bailan al son de las madrugadas
ni el tren cargado de fresas en la estación de la primavera
no pasa ni un segundo de paja entre la tierra y sus océanos
y el cuervo encargado de anunciar las buenas nuevas
duerme plácidamente en la chimenea de las desolaciones
o nos remite a la oscuridad pecaminosa de la sacristía

aquí el sol cruza los dedos y se esconde
pintando de azafrán la cresta de los montes
aquí donde nace el granito y se disipa
el ruido de las fábricas 
entre los escaparates y las bicicletas
aquí donde un aparente frenesí consume
las últimas gotas de nostálgica discrepancia
aquí nunca pasa nada
mientras el cielo se desploma
como una monja ultrajada