dulce sinsabor el de las
olas que en los días de fiesta disipan el tedio
y esperan tendidas al sol
como corazones de nieve
como si careciese de
importancia el resplandor del atardecer
sobre tus hombros de mármol
no dejes
que nada te preocupe ni te
hunda en la arena
camina por la orilla donde
yacen los rostros reconocibles
deja que el aire limpie las
estancias turbias de las últimas luces
y permanece anclado a tus
pálidas certezas si es que aún te queda alguna
en estos tiempos de mudanza
y turbulencia
déjate seducir por las
sirenas y mastica lentamente
el perezoso cartílago de
la desesperanza
cuando las olas regresan a
la infancia de los mares
y tus ojos recorren el mapa
cobrizo del tiempo perdido