martes, 21 de junio de 2011

Mística y poesía


"[La poesía] Nunca –generosa y desesperada- se ocupó de sí como la filosofía desde el primer instante hiciera.
El poeta no se cuida de hacer el recuento de sus bienes y de sus males; el inventario de su fortuna. Porque el poeta no puede saber quién es; ni sabe siquiera lo que busca. El filósofo, al menos, sabe lo que busca y por ello se define –filo-sofo-. El poeta como no busca, sino que encuentra, no sabe como llamarse. Tendría que adoptar el nombre de lo que posee, de lo que le toma allanando la morada de su alma; de lo que le arrebata. Pero no sería fácil, pues unas veces se siente arrebatado, endiosado; otras se siente en cambio apegado, enredado en sueños sin forma ni siquiera ímpetu, se siente vivir en la carne cuando la carne todavía es opaca y no se ha hecho transparente por la luz de la belleza. ¿Cómo llamarse el poeta? Perdido en la luz, errante en la belleza, pobre por exceso, loco por demasiada razón, pecador bajo la gracia.
El filósofo busca porque se siente incompleto y necesitado de completarse, porque siente su naturaleza alterada y quiere conquistarla. Pero el poeta nada en la abundancia, en el exceso."
MARÍA ZAMBRANO

martes, 14 de junio de 2011

El don de la Poesía

"Quien da y quien da más de lo que se le pide, y casi tanto como se espera, lo hace porque le viene su don de más allá de la justicia; de más allá de lo que remunera a cada uno, con lo que le pertenece. Porque este don de la poesía no es de nadie y es de todos. Nadie le ha merececido y todos, alguna vez, lo encuentran."

MARÍA ZAMBRANO

miércoles, 8 de junio de 2011

Poesía y Ética

Mientras el filósofo trata de ser sí mismo, el poeta agobiado por la gracia, no sabe qué hacer. Se siente morada, nido, de algo que le posee y arrastra. y una vez consumada esta entrega de sí, el poeta ya no puede querer otra cosa.

Todo lo más, nostalgia; el poeta no se afana en ser hombre. No trata de saber qué sería él con independencia de aquella fuerza que habla con su voz. Y si acaso esta fuerza le abandona, no se siente más que vacío. Vacío como un cuarto deshabitado. El tiempo, entonces, se le convierte en algo así como un guante sin mano. El tiempo vacío, pura espera de que vuelva el milagro, de que vuelva el delirio. Y de querer algo, no quiere ya sino aquello mismo que anuló su querer, aquello que le venció tan completamente. Porque la gloria del poeta es sentirse vencido.

Quiere delirar, porque en el delirio alcanza vida y lucidez. En el delirio nada suyo tiene, ningún secreto; nada opaco, en su ser. Se consume ardiendo como la llama, y canta y dice. Porque el poeta vive prendido a la palabra; es su esclavo.

El filósofo quiere poseer la palabra, convertirse en su dueño. El poeta es su esclavo; se consagra y se consume en ella. Se consume por entero, fuera de la palabra él no existe, ni quiere existir. Quiere, quiere delirar, porque en el delirio la palabra brota en toda su pureza originaria.

El poeta está consagrado a la palabra.

De "Filosofía y Poesía"
MARÍA ZAMBRANO

jueves, 2 de junio de 2011

oscuro paisaje


no esperes que alguien venga a rescatarte
no busques tu maleta ni tu espejo
perdido en la espesura de la sombra
te meces en la urgencia de un quejido
aquí nace el dolor aquí la esencia
de la poesía cuando nadie acude
a tu llamada de socorro y alguien
escribe con tu sangre en mi cuaderno