martes, 21 de junio de 2011

Mística y poesía


"[La poesía] Nunca –generosa y desesperada- se ocupó de sí como la filosofía desde el primer instante hiciera.
El poeta no se cuida de hacer el recuento de sus bienes y de sus males; el inventario de su fortuna. Porque el poeta no puede saber quién es; ni sabe siquiera lo que busca. El filósofo, al menos, sabe lo que busca y por ello se define –filo-sofo-. El poeta como no busca, sino que encuentra, no sabe como llamarse. Tendría que adoptar el nombre de lo que posee, de lo que le toma allanando la morada de su alma; de lo que le arrebata. Pero no sería fácil, pues unas veces se siente arrebatado, endiosado; otras se siente en cambio apegado, enredado en sueños sin forma ni siquiera ímpetu, se siente vivir en la carne cuando la carne todavía es opaca y no se ha hecho transparente por la luz de la belleza. ¿Cómo llamarse el poeta? Perdido en la luz, errante en la belleza, pobre por exceso, loco por demasiada razón, pecador bajo la gracia.
El filósofo busca porque se siente incompleto y necesitado de completarse, porque siente su naturaleza alterada y quiere conquistarla. Pero el poeta nada en la abundancia, en el exceso."
MARÍA ZAMBRANO

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