llega la noche y extiende
sus tentáculos sobre las farolas
entre los edificios atestados
de pequeñas frustraciones
y se cuela en los almarios
entra sin hacer ruido
y con sigilo se apodera
del pincel con que adornamos
aquellos instantes que nos merecen
un genuino sentimiento
tiende un manto de impostura
sobre nuestros objetos cotidianos
y siembra la distancia que separa
la luz de otra luz como quien corta
con un silencio un verso
mas cobija en su seno
como una madre antigua y poderosa
todos nuestros deseos y nuestros monstruos
que como gatos pardos se confunden
en el interior de la noche