el tiempo destila las
imperfecciones de los espíritus mediocres
y remueve la levadura de
los ventrílocuos
que hallan en las sagradas
escrituras la fotocopia de su conciencia
nada arde en el bosque
donde el viento apaga el clamor de los herejes
donde el sueño de la razón
languidece
entre párrafos de estricta
arquitectura
y triángulos de idílica
apariencia
es la hora de las momias
que resucitan para impugnar el presente
como una parábola sobre la
luna fría de los pobres
donde nadie recuerda un
invierno de tamaña asimetría
como si los clavos de
cristo llovieran de punta desde el cielo
las penitencias caminan
desnudas por la avenida de los caracoles
y el hígado incorrupto del
gran embaucador reposa
en los anaqueles de fieltro
de las imprecaciones
junto al libro prohibido de
los grandes negocios
dios bendice la pobreza y
apuesta siempre por los ricos
ya veremos si más tarde
tienen hueco en el paraíso es cuestión
de llegar a un acuerdo
sobre el tanto por ciento
dios se duerme en los
conflictos bélicos y en las casas de los desheredados
donde no halla vínculos de
sometimiento ni trazas de certidumbre
la procesión va por dentro
y los vicarios del sufrimiento
purgan su culpa en los
burdeles y en los monasterios
cultivan sus mentiras y
ocultan sus vergüenzas
y rezan para que nunca se
detenga
la insana codicia de los
tesoros ocultos en las catedrales
no conciben la angustia de
las madres que abortan sin pecado concebido
ni la indolencia de los
niños que crecen como hongos entre los catecismos
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