jueves, 14 de febrero de 2013

infiltrados


antes los poetas maldecían a los burgueses,
ahora los burgueses maldicen a los poetas”

J. C. MESTRE

los poetas se encuentran cada día con dios en los bares
y emancipan su mirada en el temblor de las madrugadas
cuando los gatos huyen de las últimas luces artificiales
y las putas orinan de pie en la humedad de los callejones

los poetas se sujetan a la rueda imposible con ojales de nylon
y atentos asisten a la feria anual de las celebridades

aquí están los poetas que sucumben sin prisa
en el filo acerado de la circunferencia
los poetas que pernoctan a la puerta de la oficina del paro
y transcriben en renglones amarillos todo el óxido del otoño
los poetas que sueñan con estatuas de bronce
y acumulan destellos de acendrada nostalgia
los poetas que no pueden nada contra la edad de los planetas
y acaso perciben la nívea realidad que anida en los balcones
los poetas promiscuos que copulan con las musas de la aurora boreal
y asaltan supermercados a la luz de una linterna

los poetas menguantes que se camuflan
en la electrizante tiniebla de los cinematógrafos
a la hora del cierre de las catedrales góticas
cuando ya de las calles se recogen las costumbres

los poetas del exilio que cardan su pena
en las torres del aire junto al cuarto de estrellas
y en la noche más larga cuando el sueño no llega
perpetran palabras y destruyen cadenas
en la conciencia dormida de un pueblo fantasma

los poetas tímidos que huyen del tornasol de los domingos
y precavidos diseñan sus propios y arduos epitafios
los poetas póstumos que arraciman el perdón de las calaveras
y hierven sus cenizas con unos gramos de dignidad
los poetas que pasean en pijama por la playa desierta
y olvidan su sombrero en la ingratitud de los urinarios públicos
los poetas que no se dejan atrapar en los autobuses
de la intolerancia y escupen contra el viento

aquí siguen los poetas del alba que obedecen los horarios
y traducen su sueño entre el humo que exhalan las fábricas
los poetas sin dientes que roban la ropa de los hospitales
y arremeten sin piedad contra la altura de los rascacielos
los poetas suicidas que disparan al aire y se crucifican
metafóricamente en los calendarios
los poetas que amanecen en los tejados de caucho
y se alimentan de leche y de ardientes soflamas
los poetas que acuden discretos a la oficina
y telegrafían a tiempo el llamamiento a la rebelión
los poetas que arden en la sombra del bosque
y levantan barricadas en las huelgas generales

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