“antes
los poetas maldecían a los burgueses,
ahora
los burgueses maldicen a los poetas”
J.
C. MESTRE
los poetas se encuentran
cada día con dios en los bares
y emancipan su mirada en el
temblor de las madrugadas
cuando los gatos huyen de
las últimas luces artificiales
y las putas orinan de pie
en la humedad de los callejones
los poetas se sujetan a la
rueda imposible con ojales de nylon
y atentos asisten a la
feria anual de las celebridades
aquí están los poetas que
sucumben sin prisa
en el filo acerado de la
circunferencia
los poetas que pernoctan a
la puerta de la oficina del paro
y transcriben en renglones
amarillos todo el óxido del otoño
los poetas que sueñan con
estatuas de bronce
y acumulan destellos de
acendrada nostalgia
los poetas que no pueden
nada contra la edad de los planetas
y acaso perciben la nívea
realidad que anida en los balcones
los poetas promiscuos que
copulan con las musas de la aurora boreal
y asaltan supermercados a
la luz de una linterna
los poetas menguantes que
se camuflan
en la electrizante tiniebla
de los cinematógrafos
a la hora del cierre de las
catedrales góticas
cuando ya de las calles se
recogen las costumbres
los poetas del exilio que
cardan su pena
en las torres del aire
junto al cuarto de estrellas
y en la noche más larga
cuando el sueño no llega
perpetran palabras y
destruyen cadenas
en la conciencia dormida de
un pueblo fantasma
los poetas tímidos que
huyen del tornasol de los domingos
y precavidos diseñan sus
propios y arduos epitafios
los poetas póstumos que
arraciman el perdón de las calaveras
y hierven sus cenizas con
unos gramos de dignidad
los poetas que pasean en
pijama por la playa desierta
y olvidan su sombrero en la
ingratitud de los urinarios públicos
los poetas que no se dejan
atrapar en los autobuses
de la intolerancia y
escupen contra el viento
aquí siguen los poetas del
alba que obedecen los horarios
y traducen su sueño entre
el humo que exhalan las fábricas
los poetas sin dientes que
roban la ropa de los hospitales
y arremeten sin piedad
contra la altura de los rascacielos
los poetas suicidas que
disparan al aire y se crucifican
metafóricamente en los
calendarios
los poetas que amanecen en
los tejados de caucho
y se alimentan de leche y
de ardientes soflamas
los poetas que acuden
discretos a la oficina
y telegrafían a tiempo el
llamamiento a la rebelión
los poetas que arden en la
sombra del bosque
y levantan barricadas en
las huelgas generales
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