tengo un barbero que
persigue las nubes en bicicleta
y que siempre que el tiempo
no lo impide
utiliza cuchillas de barro
y vasijas de agua fina
mi barbero sueña con
muchachas de rasurado pubis
que donan graciosamente sus
bragas de frambuesa
a la caja de resistencia de
rubios marineros
tengo un barbero que
estudia ruso por correspondencia
para poder compartir tardes
de bohemia y vodka
con los habitantes que
pueblan los bosques de abedules
mi barbero me estrecha la
mano cuando pasa
camino de la desesperanza y
se detiene absorto
en los cristales de asfalto
que pueblan los eriales
tengo un barbero amigo que
exprime los calendarios
y aduce exceso de idealismo
para no acudir nunca
a los bailes de salón que
organiza la parroquia
mi barbero orina con
disimulo en los bolsillos vacíos
del chaqué de los
terratenientes y peina con hoces
oxidadas los barbechos de
culpa de los ricos de siempre
mi barbero no pide nunca la
documentación
ni siquiera cuando acudo
herido de rutina
a solventar cuestiones de
urgente indecisión
tengo un barbero que de un
tiempo a esta parte
se parece cada vez más a
mi psiquiatra lo deduzco
por sus pechos prominentes
y sus gafas de pasta
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