martes, 11 de diciembre de 2012

tiempo de rebeldía




no es todo gris en la tarde sin brillo
mientras tiño acordes con el rojo de la sorpresa
y abandono en la caja de herramientas
las palabras inútiles que nunca dicen nada de lo que somos
como insectos enfermos en días de lluvia y escasez

cuando se ponga en marcha la nave de los deseos aplazados
y dejen de cantar en la plaza la hija del cura desde la torre del campanario
podremos por fin alzar los brazos febriles
hacia el sol de los exiliados
como un ramo de flores húmedas y amarillas

cuando el tiempo detenga su vértigo de compases
y tiemble la aguja de los fértiles abriles
una niña vendrá con un árbol desnudo entre los brazos
a cubrirnos de barro los ojos inmersos en agua de rosas

no es todo gris en la tarde sin brillo
y mientras los obreros levantan sus puños y sienten
la angustia de vivir en la frontera del hambre y la necesidad
de construir un mañana de estrellas que amamante a sus hijos
las esposas ilustres de los ilustres magnates se perfuman
con la ceniza de las hogueras que arden en las barricadas

luego vendrán los lamentos las excusas inútiles
como frágiles vestidos que apenas aciertan
a cubrir nuestras desnudas convicciones
pero no es más que la hora sin nombre
el panegírico prometido por los hombres de negro
cuando a solas se reúnen para urdir su estrategia
y siembran de sal los márgenes de nuestra estrecha existencia

no es todo gris en la tarde sin brillo
mientras los desheredados sigan saqueando
las despensas del imperio e inunden
de peces de colores los cajeros automáticos

es tiempo ya de que el sol incendie los balcones

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