lunes, 30 de noviembre de 2015

En el 80 aniversario de la muerte de Fernando Pessoa

Ilustración: Tullio Pericoli
"El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que fingirá que es dolor
el dolor que en verdad siente."

Hoy se cumplen 80 años de la muerte, por problemas hepáticos, de Fernando Pessoa (1888-1935), cuando contaba con 47 años. Un día antes había escrito: "I know not what tomorrow will bring" (No sé lo que traerá el mañana...) Poeta portugués, pasó su infancia y juventud en Sudáfrica e inició estudios de Derecho en la Universidad de El Cabo, regresando a Lisboa en 1905. Inició su obra literaria en inglés, aunque a partir de 1908 creció su interés por la lengua portuguesa. Se ganaba la vida como traductor en una casa comercial.

Su obra es una de las más originales de la literatura portuguesa y fue, junto con Sá Carneiro, uno de los introductores en su país de los movimientos de vanguardia. A partir de 1914 proyectó su obra sobre tres heterónimos: Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro, para quienes inventó personalidades divergentes y estilos literarios distintos. Frente a la espontaneidad expresiva y sensual de Caeiro, Ricardo Reis trabaja minuciosamente la sintaxis y el léxico, inspirándose en los arcadistas del siglo XVIII. Álvaro de Campos evoluciona desde una estética próxima a la de Whitman hasta unas preocupaciones metafísicas en la tarea de explicar la vida desde una perspectiva racional.

Sobre estos desdoblamientos del poeta en varias personalidades, se reflejan sus distintos yos conflictivos, y elabora su propia obra poética, a veces experimental, una de las más importantes del siglo XX y que en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte. Su primera obra en portugués, el poema patriótico Mensagem (1933), fue la única que publicó en vida. Su poesía, que supone un intento por superar la dualidad entre razón y vida, fue recogida en los 8 volúmenes de sus Obras completas, el primero de ellos publicado en 1942 y el último en 1956. En 1982 apareció Libro del desasosiego, compendio de apuntes, aforismos, divagaciones y fragmentos del diario que dejó al morir.

Sus restos reposan en el claustro del Monasterio de los Jerónimos, en Lisboa, la ciudad que le vio nacer y morir.

"Fui educado por la Imaginación,
viajé siempre de su mano,
amé, odié, hablé, pensé siempre con ella,
y todos los días tienen esa ventana por delante
y todas las horas me parecen así mías."



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