las amancebadas maderas que
duermen en los bosques conclusos
se yerguen como estatuas en
busca del blues de los especuladores
para arder con indiferencia
en las chimeneas de lo inexplicable
las señoritas d´avignon
se esconden en las abadías tumultuosas
en los tranvías llenos de
oro y mirra que van a roma
y ocultan su impúdica
pereza entre los pecados veniales de la aristocracia
los atletas recitan sus
medallas de plata y pronuncian iluminados discursos
inauguran debates y
aproximan posturas irreconciliables
en el mercado anual de las
insatisfacciones a corto plazo
los jubilados se esfuerzan
por llegar a deshora
arrebatan las nueces que
segregan los príncipes del advenimiento
y dosifican sabiamente la
imprudencia de los ciclos celestiales
todos estos paisajes todos
estos argumentos
se arraciman y flotan
formando un alud de metralla
un cuchillo de sierra para
nuestras oraciones
y no hay escalera que salve
la indiferencia
ni portal que resguarde de
los idus de marzo
cuando el viento azota y la
niebla despoja de paz los balcones
hemos vuelto con una verdad
de cera ardiendo en el pecho
con una estrella tatuada en
las sienes plateadas
con un destino grabado a
fuego en nuestros corazones
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