Aunque apenas ha sido recogido por los medios de comunicación, el
pasado día 7 de enero ha muerto Angelina Gatell, “una mujer
extraordinaria -en palabras de Juan Carlos Mestre-, una poeta
imprescindible de la conciencia crítica. Su resistencia y su
dignidad civil forman parte de la mejor memoria intelectual de
nuestro país”.
Angelina nació en Barcelona, el 8 de junio de
1926 y estudió en el Colegio Pi i Margall y la Escuela Manent, en
Santa Coloma de Gramenet. Lo vio todo siendo aún niña, en la
Cataluña de la guerra y las caravanas al exilio. En 1941 se trasladó
con su familia a Valencia donde estudió tres cursos de Bachillerato.
Allí colaboró en la clandestinidad con el Socorro Rojo
Internacional y fundó con su marido, Eduardo Sánchez, El Paraíso,
uno de los primeros teatros de cámara de España. Creció como
escritora, traductora, actriz y profesional del doblaje por sus
propios medios: para toparse una y otra vez contra la censura
franquista.
En 1958 se trasladaron a Madrid donde realizó trabajos en TVE, donde
también sufrió la censura como actriz y guionista. Finalmente, fue
contratada por unos estudios de doblaje. Ejerció esta profesión
durante treinta y un años.
Fundadora de la tertulia literaria independiente Plaza Mayor, junto a
José Hierro, Manrique de Lara y Aurora de Albornoz, publicó los
poemarios: Poema del Soldado (1954), Esa oscura palabra (1963), Las
Claudicaciones (1969), Los Espacios Vacíos y Desde el Olvido (2001),
Noticia del tiempo (2004) y Mujer que soy (2007). En colaboración
con Carmen Conde elaboró la antología Poesía femenina española
(1971). En 2016 la editorial Visor ha recuperado un proyecto que el
PCE encargó a Angelina en 1968 de formar una antología en apoyo del
pueblo vietnamita y que fue prohibido y archivado por el Ministerio
de Información y Turismo.
Superviviente es, quizás, el apelativo que más justicia puede hacer
a esta mujer que se consideró siempre, y a pesar de tanto,
"absolutamente libre" porque "la libertad está
contigo y no te la tiene que conceder nadie, la llevas tú".
En una entrevista del 2014 para eldiario.es, decía: “No se dan
cuenta algunos de que ciertas historias no se han terminado. De que,
mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas, no se ha
terminado la guerra (...) Nosotros
somos los últimos testigos de aquello, y no podemos dejar de
hablar”.
“… Firmes están los muros sobre
el suelo.
La patria espera sin temor el día.”
A.G.
La patria espera sin temor el día.”
A.G.
“Fosas”
(Memoria histórica)
No dejéis que el
silencio, como fría argamasa,
apague la memoria de aquellos que quedaron
hundidos en la tierra, en la linde del alba.
No dejéis que sus huesos, pulidos por el barro
apague la memoria de aquellos que quedaron
hundidos en la tierra, en la linde del alba.
No dejéis que sus huesos, pulidos por el barro
permanezcan secretos. Izadlos como
antorchas,
coronad con sus llamas el fuego que tuvimos
cuando todo era espanto, cuando todo era sombra.
Ellos fueron su amparo, su razón, su sentido.
coronad con sus llamas el fuego que tuvimos
cuando todo era espanto, cuando todo era sombra.
Ellos fueron su amparo, su razón, su sentido.
Recobradlos. Traedlos hasta nuestro presente.
Dad al aire sus nombres como ramas crecidas
en la entraña secreta. Recordad que nos dieron
Dad al aire sus nombres como ramas crecidas
en la entraña secreta. Recordad que nos dieron
claridad y conciencia. No dejéis que la
muerte
señoree el olvido ni su luz aterida
pues de ella crecimos. Somos sólo su efecto.
señoree el olvido ni su luz aterida
pues de ella crecimos. Somos sólo su efecto.
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