lunes, 2 de noviembre de 2015

En el 40 aniversario de la muerte de Pier Paolo Pasolini



Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.


(De "La religión de mi tiempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti)



Tal día como hoy, de 1975, era asesinado, en un descampado cerca de Roma, el poeta, novelista, cineasta, dramaturgo y ensayista italiano Pier Paolo Pasolini, a los 53 años y en extrañas circunstancias nunca del todo aclaradas.
Hijo de un militar fascista y de una madre profundamente católica, tras su paso por la Universidad de Bolonia, su ciudad natal, fue reclutado en la IIª. Guerra Mundial, en la que cayó su único hermano, Guido, luchando en la Resistencia. Al finalizar la guerra, se unió al Partido Comunista Italiano (PCI), del que sería expulsado dos años más tarde, por su declarada homosexualidad, aunque nunca renegó de su ideología.
Entre 1954 y 1966, publicó "Las cenizas de Gramsci", "El ruiseñor de la Iglesia católica", "Poesía en forma de rosa" y los ensayos "Pasión e ideología" y "La religión de mi tiempo".
Reputado cineasta, debuta como director en 1961 con "Accattone", a la que seguirían, entre otras, "El evangelio según san Mateo", "Edipo Rey" o "Medea". En los años 70 filma la llamada Trilogía de la vida, integrada por "El Decamerón", "Los cuentos de Canterbury" y "Las mil y una noches". Su carrera se truncó en 1975, cuando estrena un film que convulsiona a toda la sociedad italiana y le convierte en objeto de múltiples amenazas de muerte y presiones políticas: "Saló o los 120 días de Sodoma".
Su obra poética, así como ensayística y periodística, polemiza con el marxismo oficial y el catolicismo, a los que llamaba "las dos iglesias" y les reprochaba no entender la cultura de sus propias bases proletarias y campesinas.
 

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