en este encierro azul con paredes de goma
he aprendido a soñar con pájaros de cristal
a inventar los detalles
de un nuevo advenimiento
desde aquí observo
los poemas tendidos en el alambre
los árboles en el cajón del escritorio
y el sombrero del hombre triste
que se esconde tras los espejos
he aprendido a escuchar
cuando me abruma el silencio
y a descorchar la botella
de las indecisiones
cuando escucho tus pasos
al fondo del pasillo y la nevera
aplaude con desánimo
he impregnado de tinta
la voluntad pusilánime de los dioses
porque entiendo entre el clamor
de los seres que huyen del hambre
que tal vez la imaginación
sea nuestra última frontera
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