que ninguna sombra roce la
plenitud solar de tu frente
que nada apriete tu pecho
enamorado
que nada ni nadie te arroje a la
intemperie
la luz asalta a los heliotropos y
hace vibrar
la frágil perseverancia de las
cigüeñas
tal vez hayáis podido contemplar
la primavera que se adhiere a las
contingencias comunes
de esa luna que hace florecer al
tomillo
hemos probado a medir los días en
nuestras pestañas
iluminadas por el brillo de las
luciérnagas
hemos probado a eludir los
semáforos que pueblan
la nocturnidad de las solitarias
avenidas
hemos tratado de completar el
sudoku de las constelaciones
con los pies descalzos sobre la
arena plagada de detritus
para conquistar un plato de arroz
y una lámpara
enarbolada en el guernica de la
insurrección
después de haber naufragado en la quimera
en el líquido amniótico de
redondos caligramas
cuando ya no deja de crecer la
magnitud del abrazo
nada hay más hermoso ni más
profundo
que este cántaro de luz que esta
espiga ardiente
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