decidimos entregarnos a las estrellas
y de vuelta del precioso presidio occidental
fundimos la miel en los moldes de la tarde
ya amanece el tiempo de las uvas y las persianas
se enrollan de manera indescifrable
como una tribu alrededor del fuego sagrado
han pasado más de mil años desde que nuestros ojos
tropezaron con el pálido silencio de la injusticia
y desde entonces una llama roja
ilumina los corredores fríos de la historia
hemos ampliado la horquilla de nuestras obligaciones
y aceptado sin rechistar nuevos compromisos
hemos levantado un altar para depositar
mil palabras mudas manchadas de sangre
hemos trasvasado la ceniza apócrifa de los caminantes
que acuden a la llamada de los cementerios
hemos quebrado la voz y las cruces oxidadas y peregrinas
hemos colmado de sal la fiebre de las horas
y hemos sentido caer
en el abismo del consenso
las palomas de mármol de la indiferencia
sin sufrir por ello más de lo necesario
ni menos de lo mínimo imprescindible para apreciar
la aérea cualidad de nuestros vasos sanguíneos y comunicantes
hemos cumplido sin más los trámites precisos
para dejar de ser en cualquier instante
y nada tendréis que reprocharnos sino acaso
el no haber dejado resuelto
el asunto de los peces y los panes
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