pasan lentos los bueyes y una cigüeña
desde la torre se asoma a este páramo
para contemplar tu extrañeza
crujen los goznes del tiempo y la cebolla
se desdobla en capas suavísimas
como si ya nunca fuese posible
predecir la lluvia o cruzar un puente
el viento arrastra la materia de los sueños
y deposita con lentas bocanadas
agudas láminas de azul cielo
en el delta dorado de tus ojos
con el suave convencimiento de la edad
sientes temblar las uvas y los galgos
cruzan la calle y se resignan
al paso polvoriento de los carros
el verano ha vencido y en su mínima
historia quedan la sombra de la parra
y las hojas de un tiempo ya marchito
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